Jeremías vivía hace muchísimos años en Israel. Un día, Dios lo llamó para una misión muy especial: ser su mensajero. Al principio, Jeremías se sintió un poco asustado y pensó: "¡Oh, no! Soy muy joven, ¿Quién me escuchará?". Pero Dios le dijo algo muy importante que le dio mucho valor: "No tengas miedo, porque yo estoy contigo para protegerte y ayudarte en todo momento". Así que Jeremías se convirtió en el mensajero de Dios. Su trabajo era hablar con las personas de su pueblo y decirles que se habían alejado de Dios. Les explicaba que habían hecho cosas que no estaban bien, como adorar a otros dioses y olvidarse del amor y las reglas de Dios. Aunque seas muy joven Dios te puede llamar y utilizar para compartir a los demás de su amor y su Palabra. No es una tarea fácil, aunque Jeremías les decía estas cosas con mucho amor, la gente no quería escucharlo. A veces se enojaban con él y lo trataban mal. Lo metieron en la cárcel e incluso lo arrojaron a un pozo. Pero Jeremí...
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