La gran revelación de quién es Dios

La gran revelación de quién es Dios
(Clase para el domingo 3 de febrero del 2019)


Tema: La gran revelación de quién es Dios
Cita: Job 40-42

Hemos llegado a la parte final de Job después de haber hecho un gran recorrido a lo largo de su historia y sus padecimientos. Haz un recuento con los niños, pregúntales aspectos concretos que los lleven a recordar qué fue lo que sucedió con Job. Sin duda, Job sufrió mucho, pero Dios tenía un propósito específico en medio de todo este dolor. Recuérdales que fue el Señor quien le permitió a Satanás tocar su vida y llevarlo a perder todo lo que tenía para probarlo y así crear el carácter del Señor en él. Pero hoy veremos cómo fue que terminó esta historia, cómo fue que Job reaccionó ante el encuentro que tuvo con Dios después de que éste se le revelara a él en medio de un torbellino. Hoy terminaremos de ver esta conversación, lo que Dios aún tenía por decirle a Job y lo que él le respondió.

¿Se acuerdan que hace una semana vimos a través de diferentes animales la grandeza y poder de Dios? Pues ahora veremos dos animales en especial que de la misma manera nos harán sorprendernos ante la grandeza de Dios.

El primero de ellos es Behemot. Al leer su descripción en el capítulo 40 nos encontramos con un animal fuerte y temido. En realidad no se sabe a ciencia cierta cuál es el animal que nos está describiendo pero por sus características podemos pensar que podría tratarse de un hipopótamo o incluso de un dinosaurio que aunque hoy en día no existe, pudo haber existido. Cualquiera de los dos casos nos hace pensar en un animal muy grande y temido. Imagina que te encuentras con uno de ellos frente a frente, ¿que harías? ¿Podrías agarrarlo y pasarle un lazo por la nariz? ¿Verdad que no? Todos saldríamos corriendo si tuviéramos ante nosotros a un animal tan grande y peligroso como estos. 

El segundo es Leviatán, y su descripción la encontramos en el capítulo 41. Por las características que se nos dan podríamos pensar que se trata de un cocodrilo o una especie de dragón. Y cuando pensamos en este ser, seguramente se nos viene a nuestra mente muchas historias y películas en las que aparece en medio de escenas peligrosas donde alguien tiene que ser rescatado. Solo alguien con una gran habilidad y fuerza es capaz de vencerlo y derrotarlo. Imagina que te encuentras en medio de una de estas escenas y lo tienes frente a ti, ¿qué harías? Bueno, pues Dios le hace preguntas similares a Job respecto a este animal, y nos gustaría que te hicieras estos mismos cuestionamientos: “¿lo pescarás con un anzuelo? ¿Podrás atarle la lengua con una cuerda? ¿Podrás pasarle un cordel por las narices o atravesarle con un gancho la quijada? ¿Acaso va a rogarte que le tengas compasión, y a suplicarte con palabras tiernas? ¿Acaso harás que te prometa ser tu esclavo toda la vida? ¿Jugarás con él como con un pajarito? ¿Lo atarás como juguete de tus hijas? ¿Se pondrán a regatear por él en el mercado? ¿Lo cortarán en pedazos para venderlo? ¿Podrás atravesarle el cuero con flechas, o la cabeza con arpones? Si llegas a ponerle la mano encima, te dará tal batalla que no la olvidarás, y nunca volverás a hacerlo.”
(Job 41:1-8) Dios le dice a Job: Con solo ver a leviatán, cualquiera se desmaya de miedo... ¡imagina su fuerza!
Seguramente la respuesta ante todos estos cuestionamientos es “no”, nadie puede estar ante ninguno de estos animales y salir vivo. Ninguno de nosotros tenemos la fuerza ni la grandeza suficiente como para estar delante de ellos y vencerlos.

Pero Dios, es el amo y Señor de toda criatura, inclusive de animales como estos que parecen invencibles y poderosos. Nadie es más grande y fuerte que Dios. Incluso el Señor mismo se encarga de alimentar y cuidar animales tan grandes como estos. Y esta imagen nos hace darnos cuenta del Dios que tenemos. La presentación que Dios le hace a Job de estos seres y las preguntas que le hizo tenían un propósito y es el mismo propósito que hoy tiene para nosotros: llevarnos a darnos cuenta que no hay nada ni nadie más poderoso, grande, fuerte y temible que él. Estos dos animales nos recuerdan dos cosas grandes a las que todos tenemos y nadie (por si solo) puede vencer: la muerte y Satanás. Sin duda, cuando pensamos en estas dos cosas nos llenamos de temor y miedo, pero ¿saben qué? Jesús los venció y derrotó cuando murió en la cruz para pagar por nuestros pecados, él derrotó a la muerte y a Satanás habiendo triunfado y resucitado al tercer día. Las dos cosas más temidas por nosotros fueron ya derrotadas por alguien mucho más grande y mucho más fuerte, el único capaz de hacerlo, Dios mismo. ¿Y saben qué es lo mejor de todo? Que este Dios todopoderoso nos ama, así como amó a Job y está de nuestro lado. Dios quería revelarse a Job de una manera muy especial, quería que Job supiera quién es Dios, y hoy Él quiere también que tú puedas conocerlo de una manera muy especial. 

Cuando Job vio y escuchó todas estas cosas solo tuvo una respuesta, y esta la encontramos en el capítulo 42 versículos 1 al 6. Job tuvo un encuentro real con el Señor. Ya no importaba cuánto había sufrido ni cuantas cosas había perdido, lo más importante y lo más grandioso del universo estaba con él porque Dios mismo se le había dado a conocer. Y es eso mismo lo que Dios quiere para nosotros, tener un encuentro con el que nos lleve a verlo así, tal cual es, de tal manera que nada más importe.

Pero ¿sabes qué? La historia no terminó allí. Al final Dios decidió darle a Job el doble de todo lo que tenía, lo bendijo de una forma muy especial, y no es que Dios lo haya premiado o que Job se lo mereciera, en realidad Dios hace lo que él quiere, por su buena voluntad y su misericordia es que Él le permitió a Job disfrutar de cada una de estas bendiciones.

Job nos muestra que en medio de las dificultades Dios siempre está con nosotros, que tiene un propósito en nuestras vidas, y que lo más importante es que lo tenemos a él de nuestro lado, y qué alegría tener con nosotros al único, grande, poderoso, fuerte y eterno Dios.

Versículo a memorizar:

“De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven.”
Job 42:5 

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